quinta-feira, novembro 11, 2004


Salomé / autor desconhecido


La manzana amarga


II


Salamandra en cuyo juego
el misterio de la carne solloza su viejo drama.
Honda criatura hecha de sombra y de fuego,
fulminada en las cenizas que lloró la propia llama.


Sobre un prado de violetas,
episcopal y tranquilo,
traza aviesos monogramas
una serpiente del Nilo.


En la liturgia maléfica se gasta el perfume denso
de su carne, como el humo de la resina oriental.
Por la niebla sacrosanta del incienso
cruza su efluvio maligno de la llaga original.


Cual menguante en el desierto
tu perfil de camafeo
ambula desenterrado
tras un remoto hipogeo.


Hécate va por el bosque victoriosa. En su carrera,
chafa lirios taciturnos bajo la planta crüel.
Tiembla la luna en el salto de una elástica pantera
que luce ruedas de sangre sobre el oro de la piel.


Del árbol del paraíso,
con serpentino ademán,
la amarga manzana ofreces
al labio seco de Adán.


El suspiro que se heló en su boca inerte
junta en el tedeum del beso el réquiem del estertor.
Asoma los ojos turbios a la noche de la muerte,
mientras las manos se crispan en las rosas del amor.


Y del amor y la muerte
los duros pinceles toma
sin miedo, para teñirse
los rojos pies de paloma.


Loca sangre de suicidas fecundó por los caminos
las mandrágoras que bordan el tapiz de la inquietud,
por donde van resbalándose sus talones purpurinos
hasta que se pongan pálidos en la cal del ataúd.


Y se va por sus senderos,
peregrina y tornasol,
envuelta como las nubes
entre retazos de sol.


Rafael López
Obra poética

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